sábado, 19 de mayo de 2012

El despegue de la carrera espacial privada


La entrada de la iniciativa privada en la carrera espacial ya es un hecho. La primera cápsula fabricada por una empresa está a punto de despegar rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS). El lanzamiento, desde Cabo Cañaveral, en Florida (EEUU), está previsto para las 4.55 horas del sábado (las 10.55 en España).
Todo es fruto de la iniciativa de Elon Musk, un ingeniero sudafricano que se hizo de oro con la venta de PayPal y divide ahora su tiempo entre su compañía de coches eléctricos y su voluntad de convertirse en el nuevo rey de la carrera espacial. Su sueño es fundar una colonia en la superficie de Marte, pero eso queda todavía lejano.


De momento, su primer paso va a ser enviar una nave con media tonelada de agua y alimentos a la Estación Espacial Internacional. El lanzamiento se presenta como un hito por muchos motivos. Pero el más importante es que inaugura la nueva era de la carrera espacial. Una era que deberán liderar visionarios como Musk por el repliegue de los gobiernos y los recortes presupuestarios, que han convertido el espacio en un lujo que el contribuyente no se puede permitir.
La cápsula por ahora no tripulada que Musk se propone enviar al espacio responde al nombre de Dragon y su vuelo forma parte de un plan diseñado por la Casa Blanca para eximir a la NASA de sus misiones más rutinarias y centrar sus esfuerzos en otras empresas.


La compañía de Musk se llama SpaceX y en 2008 firmó un contrato por 12 vuelos. Sus responsables se comprometen a llevar víveres y experimentos a la estación y reciben a cambio unos 1.200 millones de euros. Una cifra que se multiplica por dos si todas las misiones se completan con éxito.
SpaceX tiene su sede en un hangar californiano y tiene en nómina a unas 1.700 personas. La mayoría son ingenieros veinteañeros que trabajan en un entorno sin despachos. En el vestíbulo se puede ver una fotografía de Marte y un retrato de Wernher von Braun: el científico alemán que creó el cohete V2 para los nazis y se redimió luego diseñando el cohete que llevó al hombre a la Luna. La compañía estudia abrir sedes nuevas en Texas y Florida para hacer frente al aluvión de encargos que tiene pendiente: unos 40 cohetes en cinco años para poner en órbita satélites de Tailandia, Israel, Argentina, Taiwán y Canadá.

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