Ir siempre corriendo de un sitio a otro, vivir angustiados por llegar a final de mes, sufrir la enfermedad de un ser querido... Son situaciones que generan un estrés crónico y que cada vez más se reproducen en la sociedad actual. Son muchos los estudios que han relacionado este tipo de angustia con un mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca, autoinmune o una infección. Pero, ¿cuál es el proceso por el que el estrés merma la salud? Parece que la clave está en una alteración de la respuesta inflamatoria.
Se sabe que en una situación de estrés puntual, nuestro organismo responde generando una mayor producción de una hormona, el cortisol. Sin embargo, ¿ocurre lo mismo cuando se trata de una tensión prolongada? "La sencilla noción de que el estrés crónico actúe mediante el efecto directo de un aumento de cortisol en sangre es cada vez menos aceptada. Lo que más importa es cómo los tejidos responden al cortisol, más que los niveles de la hormona por sí mismos", señalan un grupo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, EEUU) en su trabajo, publicado en la revista 'Proceeding of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Estudios previos de estos autores habían demostrado que el estrés crónico está asociado con un aumento de la susceptibilidad a tener un resfriado entre aquellas personas que han estado expuestas a un virus respiratorio. Sin embargo, en ellas, los niveles de cortisol no jugaron un papel determinante, pero hasta ahora no se había evaluado cómo la hormona influye en la respuesta inflamatoria, en concreto sobre los receptores de los glucocorticoides, encargados de regular los genes implicados en la respuesta inmune (el sistema defensivo del cuerpo humano).
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