“La gente sabe intuitivamente que, cuando alteran sus patrones del sueño, por ejemplo porque se despiertan a media noche o porque se acuestan muy tarde, están más predispuestos a enfermar” asegura Erol Fikring, epidemiólogo y coautor del estudio que publica la revista Inmunity.
En sus experimentos revelaron que, en ratones, el reloj circadiano controla el nivel de actividad de un gen del sistema inmune que responde a la presencia de virus y bacterias. Cuando más se expresa este gen (TLR-9), mejor se enfrenta al organismo a las infecciones. Y si se administra una vacuna en el momento de máxima actividad de TLR9, la inmunización también resulta mucho más efectiva.
Según Fikrig, de los resultados se deduce que interrumpir nuestro horario normal, y por tanto alterar el ritmo circadiano, por ejemplo pasando una noche en blanco, nos hace más vulnerables a la invasión de virus y bacterias. Y que el jet lag, que se produce cuando viajamos a través de varias franjas horarias, también nos predispone a contraer gripes, resfriados y otras infecciones.
Por otra parte, analizar cuáles son los “picos” de actividad del gen a lo largo del día (y la noche) en diferentes individuos podría dar lugar a estrategias terapéuticas diseñadas para optimizar la respuesta inmune y proteger a los pacientes en el momento en que son más vulnerables. De momento, se sabe que entre las 02:00 y las 06:00 de la madrugada las infecciones son más graves y el riesgo de mortalidad resulta mayor, sobre todo en unidades de cuidados intensivos (UCis) en hospitales. Evitando la luz artificial para respetar el sueño de los enfermos en estas unidades, y eliminando el ruido a ciertas horas, podrían evitarse muchas complicaciones, concluye Fikring.
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