"Las células jamás se fusionan, pero permanecen juntas y cooperan para formar los tejidos y órganos", ha explicado Shoukhrat Mitalipov, coautor del trabajo. "Las posibilidades para la ciencia son enormes".
Los monos quiméricos nacieron después de que los investigadores unieran células de embriones de macacos Rhesus e implantaran con éxito estos embriones mixtos en hembras. La clave del éxito, aseguran, ha sido mezclar células de embriones en estadíos tempranos, cuando cada célula embrionaria es totipotente, es decir, capaz de dar lugar a un animal completo (en contraste con las células madre pluripotentes, que pueden diferenciarse en cualquier tipo de tejido pero no formar tejidos extra-embrionarios como la placenta ni organismos enteros).
El estudio también sugiere que las células cultivadas de embriones de primates y la células madre humanas, algunas de las cuales se han mantenido en el laboratorio durante décadas, no son tan potentes como las que se encuentran dentro de un embrión vivo.
“No podemos estudiarlo todo trabajando solo con ratones”, asegura Mitalipoc. “Si queremos llevar las terapias de células madre del laboratorio a la clínica y de los ratones a los humanos, necesitamos entender lo que las células madre de los primates pueden y no pueden hacer”, puntualiza.
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